El que fue reconocido como el primer Manual de la Educación para la mujer que asiste a la escuela, que por 1818 José Fernández de Lizardi publica por pliegos en “La Quijotita y su prima” y cuya temática giraba alrededor de la idea de que “la ignorancia produce esclavitud y desgracias y la ilustración es la fuente de la libertad, la abundancia y la felicidad”, proponía cuatro grandes temas: Deberes de lactancia y primeros cuidados de la madre para su hija en la niñez. Educación intelectual que sugería el método de enseñanza: forma interrogativa socrática para los temas de escritura, lectura, algo de gramática, economía domestica, aritmética, costura, bordado, dibujo, música, así como los quehaceres domésticos. Educación Moral, saber principios que debían normar la vida en familia y Educación Física, a través de paseos por el campo y para esto se consideró que el vestido de la niña debía permitir el movimiento.
La misión del gobierno era educar a la mujer para ponerla en aptitud de cumplir las obligaciones propias de su sexo como encargada del gobierno doméstico, como madre de familia y como mujer de sociedad.
Ya desde 1867 se expedían títulos de profesoras de instrucción primaria y para 1893 en su formación y en las materias básicas aparecía la gimnasia, el canto, nociones de ciencias físicas y naturales, de prácticas de geometría, de geografía, entre otras y labores manuales como costura, corte y confección de ropa, cocina…
A partir de ahí se establece como una de las materias de las niñas a la gimnasia higiénica y pedagógica, a diferencia de la de corte militar para los niños.
El primer manual Pequeño cuso de gimnasia de salón sin aparatos del francés Eugenio Paz publicado en 1880 se comenzó a manejar en las escuelas pese a que no fue escrito con esa intención, pero Carlos A. Carrillo recomendó su uso porque perseguía el vigor, la agilidad y la armonía de todas las partes del cuerpo y sus argumentos apelaban al conocimiento científico del cuerpo humano (de la sangre, los pulmones, huesos, músculos, nervios, etc.) y los beneficios del ejercicio razonado, en series graduadas de veinte minutos al día para lograr un perfecto estado de salud.
Con la llegada de la gimnasia sueca en 1903 se difunde a las profesoras con clases teóricas y prácticas basadas en el conocimiento científico en torno al cuerpo humano, anatomía y fisiología, para la comprensión de la influencia del ejercicio sobre las funciones corporales, el papel social de la educación física, sus efectos sobre el carácter, las condiciones estéticas del ejercicio, los diferentes métodos de gimnasia (francés, inglés, sueco), sus bases fundamentales: elección y secuencia de ejercicios, uso de aparatos, métodos para la enseñanza, así como la diferencias entre la gimnasia masculina y femenina. Las clases prácticas con aparatos (bancas y pupitres) de series (suspensión, equilibrio, abdominales, saltos, respiración), los juegos y ejercicios de marcha y carrera, a través de la imitación, la memorización y el mando de los ejercicios físicos.
Las maestras eran formadas como instructoras: enseñar de modo fácil y claro los ejercicios, de los simple a lo complejo considerando la edad, sexo y talla del ejecutante; como comandantes porque sus voces debían dominar y saber llevar le ritmo de ejercicios, además de ser breves, correctos, concisos, enérgicos, severos y respetados; como vigilantes porque debían de rectificar constantemente la ejecución de los alumnos; y como patriotas porque aprovecharían los momentos de descanso para contar anécdotas o dirigir cantos sobre temas morales o en beneficio de la patria.
Para 1908, Educación Física, segundo año, manual canónico de Manuel Velázquez Andrade, sirvió de guía metodológica oficial en las escuelas; la disciplina de la educación física enfatizaba la importancia de contar con un espacio adecuado y bien ventilado y como las escuelas carecían de patio, se utilizaban corredores y pasillos. Las lecciones eran diarias y con una duración máxima de 30 minutos. Su “plan pedagógico de las lecciones”, dividió en tres los tipos de ejercicios: los gimnásticos metodizados, ejercicios militares y los juegos gimnásticos que eran fundamentales por las enseñanzas morales en los escolares: desarrollaban su iniciativa, la actividad espontánea y despertaban la solidaridad y cooperación, además de que producían alegría en los niños.
En cada uno de ellos ya se advertía que la educación física debía acomodarse a las exigencias del organismo “respetando las leyes del desenvolvimiento y crecimiento fisiológico y psíquico” haciendo hincapié de las diferencias entre hombres y mujeres, ellas no harían ejercicios en aparatos, serían movimientos suaves, que dieran elasticidad a sus miembros, ejercicios como la esgrima por ser moderada y fortalecer los músculos de la región lumbar, abdominales y las piernas, ejercicios de orden, gimnasia con bastones y clavas, y para ellas creada: la danza.
Partes esenciales del discurso higiénico eran la regeneración racial y la armonía del cuerpo, se pretendía corregir “posturas defectuosas” logrando con ello la perfección estética y el “mejoramiento de las razas” y para un mayor rendimiento en el trabajo, pues los cuerpos débiles que se agotaban fácilmente con el mínimo esfuerzo representaban enfermedad, ociosidad, desnutrición, pobreza, lo que simbólicamente traducían como elementos de falta de desarrollo económico y social para el país. Corregir cuerpos femeninos paridores de cuerpos masculinos necesarios para el trabajo y la defensa de la patria fue uno de los objetivos de la gimnasia escolar. Así, el cuerpo de la mujer fue visto como un instrumento fundamental de regeneración racial de México, marcado discurso de género
En el periodo conocido como posrevolución se institucionaliza la educación física continuando con su discurso educativo de considerarla como uno de los principales medios para reconstruir a la población mexicana: debía regenerar biológica y estéticamente a la raza mexicana, civilizar las costumbres a través de la higiene corporal, inyectar mayor vitalidad y energía al cuerpo para aumentar el rendimiento laboral y transmitir ciertos valores morales como la competitividad, solidaridad, disciplina, el refuerzo de la voluntad, entre otros. Se difundió un programa integral de educación física que incluía la gimnasia, los juegos y los deportes; reglamentaron como obligatoria la realización de medidas higiénicas como el baño después de la ejercitación; organizaron clubes deportivos (de básquet, béisbol, voleibol) y campeonatos inter escolares, regionales y nacionales; realizaron regularmente excursiones con apoyo de las “Tribus de Exploradores Mexicanos”; y aplicaron mediciones antropométricas para dar seguimiento a los cambios físicos de los escolares y determinar los tipos de ejercicios apropiados según su tamaño, peso y sexo.
Ya para entonces, las estudiantes de la Escuela Elemental de Educación Física “piedra angular del edificio moral de la república”, comenzaron a dar clases en las primarias para niñas y en escuelas de oficios para mujeres. Había clases de gimnasia rítmica y de deportes como el voleibol, basquetbol y playground.